Lee Hernández

Perdón por la tristeza

La lluvia caía e inundaba la ciudad,
esa que no conoce de ríos ni de lagos,
la gente se ahogaba y los niños aumentaban los ríos con su llanto.

A quién le puede importar después de muerto sus vicios,
dice Juaquin Sabina en una maravillosa trova.

Y así fue, el muchacho promesa,
se fue un 4 de septiembre,
tomó miles de pastillas,
ya no aguantaba más,
dejó en la pared el mensaje:
PERDÓN POR LA TRISTEZA MAMÁ.

La mujer de 50 años estaba al borde de la muerte
pues su bebé se había ido,
la hermana enloquecida, el engreído ya no la molestaría,
papá borracho hasta los codos pues el futuro futbolista
y macho de la casa ya no traería amigas.

El quería dejar de ser un bebé, no lo dejaron,
Él quería valerse por sí mismo, lo volvieron invalido
Él quería traer a su novio, el mundo era homofóbico.

Perdón por la tristeza me dijo antes de ir a trabajar,
te voy a extrañar amigo, ya no te veré más,
no entendí lo que pasaba y me despedí igual,
hoy soy el único que lo ve en libertad.

Un 4 de septiembre se marchó Dannan,
hoy lloro a mares pues no lo pude evitar,
Perdón por la tristeza no dejo de llorar.

Para: Dannan
Amigo allá donde estés sé que volaras.