JM.Enríquez

Los tiempos del cambio.

Los tiempos del cambio

 

Si, es verdad, los tiempos han cambiado, nuestras ropas nuestras casas, nuestra forma de

desplazarnos, nuestros coches, la forma de comunicarnos y nuestras vidas,…han cambiado.

Tanto, tanto hemos cambiado, que nuestras Madres nos siguen pariendo, solas o con

gente ayudando, merodeando, esperando ese llanto, ese remanso de paz después de

tantos gritos, esfuerzo y llanto envuelto en un sufrimiento mas que humano.

 Esa risa entre sudor brotando del dolor soportado y la alegría

de tener entre los brazos a esa criatura desnuda que tan solo con una mano de su primer

amor, de su primer contacto, ya se cubre, ya se calma su llanto. Si! los tiempos han

cambiado. Tanto hemos cambiado que la vida nos viste de piel fina y nuestro primer

recorrido es buscar los pechos de la Madre, que nos sacie y calme, la perdida sufrida y

al amparo del latido de un corazón que no tiene rencor después de haberla hecho sufrir

en sus carnes, nueve meses de embarazo, estrías y várices, piernas hinchadas y el miedo

junto con las caricias para calmarlo que cada momento nos ha dado, a cada patada que

soltábamos. Si…los tiempos han cambiado.!

Los caminos de piedras y barro, por asfalto y aceras con farolas que iluminan nuestro

paso y bancos para el descanso. Si, sin duda, los tiempos han cambiado, desnudos

salimos a la vida, con los ojos cerrados, sin querer abrirlos, asustados, temerosos de

haber perdido el refugio a la Madre, que nos ha estado cobijando, protegiéndonos,

amparando, alimentándonos, amando; aun sin habernos visto, simplemente

sintiéndonos, mucho antes de haberla en su cuerpo pataleado.

Si, es verdad, los tiempos han cambiado. Han cambiado tanto, que los hombres y

mujeres ya el orden han alterado, que las abejas ya no son como las que

conocemos desde que la memoria nos ha grabado, momentos y lugares en donde ellas se

han posado cogiendo el néctar polarizando la hermosura de nuestros campos. Si, es

verdad, los tiempos han cambiado. Ya no conocemos ni a quines tenemos a nuestro

lado, ocho horas de trabajo, comedores compartidos, vagones de metro repletos y

asientos de autobús plagados de gente que va y viene a la misma hora, con los mismos

ánimos, con cables que les cuelgan de las orejas y de vez en cuando alguno canta,

otro silva, otro se reí a carcajada suelta, y todos miramos para otro lado. No va con

nosotros, es que los tiempos han cambiado. Si hay alguien tirado en la acera, ni nos

acercamos, si un anciano no encuentra asiento y nosotros lo ocupamos, ni nos

levantamos, si alguien pide limosna, en vez de dársela, le criticamos ¡haber espabilado,

es un perdedor, mejor ni acercarse, no valla a pegarnos algo!.

Si, es verdad, los tiempos han cambiado, no tenemos para promover vacunas que sanen

al tercer mundo, o a nuevas enfermedades que nuestra sociedad y vida va germinando,

pero tenemos lo ultimo en televisores que conectan con no se cuantas aplicaciones que

ni la mitad usamos. Con móviles que te responden si les preguntas y hasta son amables

y educados. Es verdad, los tiempos han cambiado, ahora emigramos con billete de

avión, autobuses con pantallas adosadas a nuestros asientos y conexión a wiffi y toma

de datos, barcos con piscinas, yacusi y centros comerciales abarrotados de gente que se

ceba en los buffet libres, como cerdos en un prado. Misiles de última generación, como

si los anteriores no matasen igualmente a inocentes al populacho, satélites que dirigimos

con un simple toque de mano, y nos acercan la imagen hasta de una hormiga

copulando. Si…, sin duda los tiempos han cambiado. Ahora levantamos muros, con

concertinas afiladas, y grandes enrejados, le ponemos puertas al océano, de gentes

humildes que solo buscan el pan, el alimento ansiado para su cuerpo, para los que aman,

para los que hacen que sus conciencias muden, sin quererlo, sin desearlo y se conviertan

en asesinos despiadados. Y quien es el que ha tirado la primera piedra? quien el

arrogante, que niega la tierra?, el alimento, el sustento del Padre, que cada mañana

abandona el refugio de su hogar para buscar con honradez y trabajo

los bienes que demandan los seres  queridos y amados, los que le hacen sin decirlo ser el

superman de su pequeño mundo, en donde el héroe es quien pone techo y cobijo y llena

el arcon o la nevera, con las viandas que sustentan el alimento del cuerpo de quienes

aun, no pueden ganárselo o están impedidos para lograrlo. Quienes bombardean, con

miles de proyectiles y gases venenosos como sus palabras cuando nos intentan

convencer de que no a quedado mas remedio, que matar, destruir el hogar y amparo, el

mundo de quines tienen derecho a vivirlo como sus antepasados les enseñaron, cavando

la tierra, mercadeando, sacando de la mar el fruto de su esfuerzo para alimentara los suyos.

Lo mismo que hacemos en occidente, cuando vamos de supermercado,

carritos llenos hasta arriba, de todo lo que no debemos llevarnos a la tripa, pero

podemos tenerlo y pagarlo, y aun a sabiendas de que nos están envenenando. Pero claro, se

me había olvidado, me he pasado, me ha podido la rabia, la injusticia me ha

desatado...Es que los tiempos han cambiado.

Ahora, que cada día, en el rellano, desde el balcón o por las ventanas aplaudimos, a

quienes luchan salvando nuestras vidas y la de quienes queremos, sentimos, apreciamos.

Ahora, que empezamos a darnos cuenta que compartimos edificio y vida, con quienes ni

siquiera en las reuniones de vecinos, nos hablábamos,…ahora, nos damos cuenta que

nos necesitamos, que somos vulnerables, que la ficción nos ha superado, ahora, si, ahora

casi, casi, podemos sentir el aliento de quienes cruzan desiertos, se hacen aun mas

esclavos, surcan mares en neumáticos hinchables, beben sus meos, y todo por alcanzar.

 Cuando no se tiene nada, cuando todo lo has dejado, cuando en fianza has puesto

a los tuyos, a los que atrás se han quedado, tu vida solo tiene un destino, llegar hasta la

extenuación o morir en el intento, vendiendo el alma para acabar matando.

Y mientras, que ha cambiado, charlatanes, fariseos, escribas y mercaderes. Lo de siempre, lo

que hemos vivido estos últimos XXI siglos de cambios.

Si, es cierto, los tiempos han cambiado, el político no hace política, mas bien se ha cambiado de

oficio y ahora hace de ladrón, y el ladrón hace política, el mercader, ya no compra ni comercia

con lana ni especies, ni con sedas de la china, ahora compra y vende en los parques de la Bolsa;

y Yo, necio e incauto. Que creía que los parques, eran un invento de hace siglos ya pasados,

para que la gente pasease y los niños agotaran su incansable energía, sueltos y gritando,

mientras sus padres comentaban el devenir de la vida y sus criadas o asistentas de reojo,

buscaban la mirada prohibida del primer amor descarado, escondido detrás de un árbol, o con

las manos en los bolsillos, haciendo el paseíllo, cual torero sin cuadrilla, mostrando su lustre

enfundado en su traje de luces, reluciente y aun limpio, por no haber sido empitonado.

Si, es verdad, los tiempos han cambiado. Al mundo venimos con miedo, desnudos y con

los ojos cerrados, y al final de nuestros días, cuando la muerte nos venga a visitarnos,

nos iremos con el mismo miedo, y acabaremos con los ojos cerrados. Algunos tendrán

quienes le rodeen, como cuando su Madre lo parió entre dolor y llanto, otros…, se irán,

solos, sin más gloria que pena, sin recurso ni juicio aplazado.

Si, si…, es verdad, los tiempos han cambiado!