Oscar Fuentes F.

Derrame

Entre pelos, mugre y cenizas

hoy tuve que limpiar la mancha de cerveza,

aquella huella que cicatrizaba el piso

un accidente de tanta historia,

esa mancha que dejé como pretexto,

un recordatorio decorativo,

el placer mugroso de poder imaginarme

sumergido en ese charco seco.

 

¿Qué es una medalla?, ¿Cómo la significamos?

Porqué conmemora?, porqué premia?;

a mí me satisface imaginar el deber cumplido

de una noche de bohemia, de un cagaso

o un sutil descuido que hizo pintar la estática.

 

Alegría! Alegría! que justifica la loza rota,

ahorrarse el trapero para aprovechar el tiempo

sacrificar unos sorbos para devolverte al mundo…

Escurrida, despistada ahí queda marcada…

manchada, sin forma, perfumando a cantina.

 

Limpié la mancha y aún olía a cerveza

se levantó el recuerdo y me abofeteo,

vino una risa, una redención;

fibras negras humedeciendo la escena

hasta rayar el suelo… como si se hiciera

parte de la pieza.

 

Así hay cuadros colgados,

estatuas de centro o lámparas inútiles

existió ahí por tantos soles,

se le impregnaron tantas suelas,

acumuló los meses

hasta vio pasar el infierno

y como éste se inundó.

 

Duró… a duras penas, sumó capas,

cumplió su estética y carcomió el estatus,

existió por error hasta valorarse,

se quedó para diluirse…

 

La pensé para que siempre hubiera cerveza

pero fue para todo lo que ella pueda contar,

la limpié para terminar pensando

que la vida necesita manchar…

 

A veces ser sucia, dejarla descomponerse

sentirle olor a las historias, a los nombres

y cada cierto tiempo… limpiar y extrañarse.