Ben-.

En tu mano-.

En tu mano caben

mis dos ojos y mi falta

de consuelo. Así que

ábrela, hermano, que

adentro me meto. Y los faros

de los mares, desparramados

por las bahías,

como solitarios cangrejos.

Así que abre, abre

tu mano endurecida,

para mis cabellos disueltos-.

 

 

 

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