Edel Vicente González Pérez

Un día al revés en una pareja feliz. Décimas


Fue en aquel julio dieciocho,
el de huevos descolocados,
todos rotos y explotados
terminaron en bizcocho.
Y como a eso de las ocho
mi ovillejo en verso y rima,
su esencia a nadie lastima
y la que versea cuentos
lo incapacita en momentos,
lo excluye y lo ilegitima.

Salgo a patear la orilla
de otro sendero asfaltado
y me ha dejado asombrado
lo rápido que el sol brilla.
Yo iba para Granadilla
a la óptica de la lente
pero mi esposa prudente
ve el recado de mi nuera
y pensó que mejor era
que me quedara pendiente.

Y sin más raja el serón
de hipopótamo ensillado
tanto reproche ha cargado,
que no cabe en un sermón.
Palabras que todas son
de denuncias infundadas
de historias imaginadas,
tantas veces repetidas
que todo lo bueno olvidas
de carantoñas pasadas.

 

Como el Balban con su tiara

destroza la malanguita

en vez de agitar la piara

de cerdos, la decapita.

A una bolsa precipita

el florero de la escalera,

y con esa calentera

multiplica tanto la ira

que nada entiende y no mira

los trámites de la nuera

 

Gusta como defenestra
macetas voluminosas,
muy mal puestas y ambiciosas
mata el karma, lo secuestra.
Lo bueno que al fin se muestra:
es que en la impoluta casa,
el tiempo tranquilo pasa
y el sereno matrimonio
echa fuera aquel demonio
que su bienestar arrasa.

18-7-2020