Una glosa a los tercetos de un poema de antología. (A propósito de un caso)
El servil escondido en su miseria
auspiciando a soberbios y engreídos
les aplaude sus hechos más floridos
de la burla festiva y poco seria.
Como digno perito en la materia
les alaba y endulza sus oídos
mientras deja sus egos ya perdidos
entre globos que estallan en la feria.
Elogiando el desdén del prepotente
y adulando a su eterna vanidad
lo cortés antepone a lo valiente.
Ignorando su pobre cualidad
ante todos enseña lo evidente
que es su falta de estima y dignidad.
Antonio Nieto Bruna
GLOSA
No comprende que brote de repente
de una herida la sangre en otro lado,
porque vive en un mundo desalmado
elogiando al desdén del prepotente.
Solo cree que existe, en realidad,
una rosa que nunca se marchita,
pues camina pensando en los que imita
y adulando a su eterna vanidad.
Pues avanza de modo sorprendente
sin que encuentre una valla que dé freno
a lo impío que carga su veneno;
lo cortés antepone a lo valiente.
Con su tacto se queda en la mitad
de la cumbre que intenta percibir
más allá de su oscuro conseguir
ignorando su pobre cualidad.
Y resiste... y vaga en el presente
mirando desde arriba a su rebaño,
y atrapado en lo fatuo de un engaño
entre todos enseña lo evidente.
Sus mortajas acechan la bondad
tan ocultas en toda la locura
con su espesa careta en miniatura
que es su falta de estima y dignidad.