José Gomariz Fenoll,

Rompiendo mi coraza

Arriba de las columnas talladas

la cobra, por la música encantada,

anhela el serpenteo hasta este campo

donde audaz deslizarse y explorarlo.

 

Tu construcción, sólida y armoniosa,

mis sentidos y mente congestiona;

y tú, que ahí moras, aún ignoras

los tesoros que desde siempre escoltas.

 

Tupidos velos, que se van plegando,

desvelan, cautivador, implantado

marfil, que roe la funda de mi alma

y mi tronco, ya desnudo, se inflama.

 

Oscuro frontispicio me deslumbra;

que sus dos concavidades trasluzcan

azabache y radiante claridad

mi entendimiento podría embotar.

 

Y está ahí, frente a mí,

se erige con portento

despertando mi anhelo

y azuza el frenesí

que agrieta mi coraza.

 

Y tú, que ahí moras, abrir querrás

sus puertas a mí y juntos explorar

sus estancias donde quitar, contentos,

el camuflaje de nuestros anhelos.

 

Y alegres jugaremos desde el alma,

nuestros anhelos, ya sin sus corazas,

se habrán transformado en nuestras virtudes

que todo esclarecerán con sus luces.

 

Y está ahí, frente a mí,

erguido con portento,

transmutando mi anhelo,

se vuelve baladí,

ya no implica amenaza.

 

Y ya, mira hacia mí,

pues, desde este momento,

la clave te revelo

donde, cuanto sufrí

a lo eterno me abraza.