andrea barbaranelli

Cancioneta de la pena de amor

 

Ahora que la lluvia ha caído

y ha mojado la tierra,

se cuela un hálito frío

por las ventanas abiertas.

 

La casa se había recogido

guardando su propio calor,

pero ahora este soplo de viento

la ha abierto y la despierta.

 

Yo soy el hombre que sufre

una grave pena de amor.

Es algo ridículo decirlo

y fuera de moda, además.

 

Pero las penas de amor

son graves como el bochorno

de una tarde de verano

antes de la tormenta.

 

El trueno de agosto y los rayos

que encienden el cielo, la lluvia

que cae fragorosa en los campos

y engrosa de golpe la acequia,

 

son como la pena de amor

largamente sufrida, que ahora

se disuelve en su propio dolor

y espera en silencio la aurora.