Liaazhny

Encuentro

 Encuentros

Era un día después de la celebración de los reyes magos, mis padres habían salido a la ciudad y me dejaron encargada de mis hermanos. Para que no se aburrieran reuní nuestros juguetes en bolsas de plástico, monté a mi hermano varoncito en su triciclo y a mi hermana atrás, yo los iba jalando porque mi hermano era pequeño y aunque sabía pedalear, las fuerzas no le daban para cargar el peso de mi hermanita y los juguetes.

Habíamos avanzado ya mucho, nos dirigíamos a casa de mi Mamá Linda, así le decíamos con cariño a nuestra Tía abuela, ella nos quería mucho y nos trataba con mucho cariño, era lo más cercano a una abuelita.

Era medio día y estábamos dando vuelta a la calle Moctezuma y en el cruce, cuando voltee la mirada vi que venía caminando una viejecita, muy emocionada le dije a mis hermanitos:-¡ Miren, la madrina Bernardita! Ellos bajaron del triciclo y corrimos al encuentro de ella. -La mano madrina, le dijimos en coro, ella sacó la mano del rebozo y nos la extendió, la besamos uno por uno y nos despedimos muy contentos y retornamos nuestro recorrido, ya faltaba poco y cuando llegamos a la casa de Mamá Linda, así como extrañados y como reclamo le pregunté:

- ¿Por qué nos dijeron que la madrina Bernardita se murió si nosotros nos la acabamos de encontrar?

-Cómo dijo Mamá linda, ¿dónde la vieron?

-Apenas cuando veníamos entrando a la calle, le pedimos la mano y nos la dio

-Santo dios niños, eso no puede ser, la madrina ya falleció ¿le vieron la cara?

En realidad, no se la vimos, recuerdo muy bien que la llevaba tapada con su rebocito. Solo atiné a responder: ¡¡pero nos escuchó porque nos dio la mano y se la besamos!!

Vengan criaturas, les daré una jícara de Tejate con azúcar para el susto.

La madrina Bernardita vendía carne de res en el mercado, era muy buena y dulce con mi madre, cuando le compraba a ella comíamos muy bien ya que con poco dinero le daba bastante carne, mi madre agradecía lavando su ropa y la de su esposo una vez a la semana.

 

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Elizabeth Alejandra Castillo Martínez