Carlos Brid

AMANECE

AMANECE

Amanece

pero ya no hay ruidos,

solo este exhausto amargor que fenece

que levanta neblina en las luces.

Yo rasguño la hojarasca del final

para rescatarme del osado,

impertinente fin que ahoga.

Avanza implacable el  olor

del desayuno que ya no es nuestro,

el de los otros que hoy viven aquí,

con otras risas, con otros días.

Y de pronto

el crujido de la puerta

y cuando asomo mi tristeza

vuelvo a sumergirme en este paramo

de fantasmas y silencio.

-Tu te alejas!

-Yo te dejo!

Porque de que vale seguir regando

En las rosadas llanuras que hoy no encienden.

Llevemos nuestros nombres para siempre

y después de hoy

y antes de irnos por la senda horadada,

sonriamos,

y entonces también llevaremos las sonrisas,

y el paisaje que alguna vez

fue un concierto de cercanías

de sales y humedad y riego

en las suaves planicies

que hoy nos extrañan,

que jamás volverán a ser hogueras.

Carlos Brid

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