Diego Nicolás García Contreras

ritmo

Que las turbulencias no desaten,
y nos pillen distraídos, destruidos; a merced de la mente.

A paso rápido busco una salida de mi desorden,
que me evoque calma, que obre rápido, como un analgésico o una carcajada...

Y siento que todo grita, y a nadie le importa, y algo me dice que siga,
que destroce mi cráneo contra el muro, que abra fuego a la herida que sigue cicatrizando sin parar de supurar...

Líquidos salen de mis ojos y se deslizan por mis rodillas,
me hablan de que a nadie a muerto de amor, de que las cosquillas son similar al dolor,
y todo pasa en un segundo o en algunos de ellos,
la puesta de sol baña los cielos, hunde los mares en terrenos inexplorados, 
en misterios caóticos indescifrables...

y turbulencias emergen desde el cien hasta el magenta, del sudor hasta la coma,
del verde río turquesa que gorgotea el petróleo que luego sale de mi boca...
El asfalto y sus chicles de mi se burlan, las palmeras, y el guano...

Los acantilados me tientan como las caderas y las paredes...

Al parecer he podido aparecer entre la grama, solo un momento...
para perderme en el delirio, en el orgullo de este mundo, el cual veo tan normal que me carcome, el alma, los supuestos, el brillo del pasado y su bruma...

La de cosas que acosan mi mente sin follaje...
desprendo hojas de la bolsa, una por una, con las pupilas inmensas y el sol en la cara,
mastico hasta sentir consumirse a la ciencia, al pudor depredador de las horas, y sigo sintiendo, más y más el miedo...la culpa y la tensión de no entender nada a cambio de todo...

En el firmamento un barco navega a gran velocidad...y yo cada vez más ansioso de rocas...de mar...

Las gaviotas gritan anunciando a toda voz mis pensamientos
los publican en las páginas del viento, los amontonan y despedazan cada vez,
se posan sobre mi mundo cada vez más agudo, más grave, más átono, más enojado...
y soy un adefesio, un bicho raro que no entiende la tecnología de su propio cuerpo...
negado al amor, desgano al horror, por ver pasar al tiempo...tan leve...como susurrando...tan vacío...como mi lamento...tan resonante...como mis recuerdos...

En algún momento he de escapar...
de las profundidades del presentimiento...
y echaré a volar la raiz de toda casa, y la ofrendé al absurdo...por mi lloran los ángeles y mis antepasados que de vivir perdieron el aliento...sin fe en el mundo...llueven las moléculas...

Estoy en la arena, tomando un baño de sol, un sueño de tierra, un trago de sal...
y toda mi verdad va hacia el mar...

Solo la inmersión me hace perder la mente, solo la respiración antónima al pensamiento me hace habitar la paz...por algunos momentos...

Los sentidos se desploman ante la sabiduría de los elementos...
y me recuerdan que la vida tiene un ritmo y que puedo caminar con ella,
junto con las olas y el viento alegres pájaros negros planean entre las vetas de una gran roca.