Anngiels Simplemente Mujer

MOMENTO INOPORTUNO

Momento inoportuno

 

Alberto era  amigo de Claudia desde hacía mucho tiempo, desde que ella se mudara al barrio a los ocho años, Alberto le llevaba dos años, pero siempre fueron buenos amigos ya que Isabel su hermana  de la misma edad de Claudia se hicieran amigas y compañeras de escuela inseparables, Isabel se fue a estudiar a Córdoba pero aún así ellos siguieron siendo amigos.

Cuando Claudia  cumplió quince años él supo que era la mujer que amaría por siempre, no podía decírselo, suponía no ser correspondido, casi todas las semanas pasaba por la casa de la muchacha y se quedaba a cenar, aún cuando ella saliera con algún amigovio, del cual sentía terribles celos pero se aguantaba esperando la oportunidad deseada.

Un martes como siempre fue a lo de Claudia, cenó allí, escucharon música, intercambiaron libros y cuando el padre de Claudia se retiraba a dormir Alberto sabía que se terminaba la visita, saludó y se dirigió a la salida acompañado por Claudia, el padre saludó al muchacho y le aclaró a su hija:

-Es tarde Clau, diez minutos y a dormir, y vos anda con cuidado con esa moto

-Si…Sí don Carlos no tenga miedo ya voy a casa, y estoy aquí a una cuadra

-Bueno, cuídate, hasta mañana.

En el vestíbulo Claudia se acercó como siempre para darle el beso en la mejilla de despedida pero Alberto la tomó de la cintura y la atrajo hacia su cuerpo, mordió su boca y le robó el beso, ella sorprendida  atrapó su lengua como si pescara un  resbaloso pez en el dulce río de su pueblo.

Él impresionado dejó que jugara con su lengua pez mientras sus manos atrapaban por encima de la jaula fina de su blusa dos pequeños pájaros temblorosos que querían escapar  de su prisión, entendió su premura y veloz desprendió los botones que cumplían el duro trabajo de ser las puertas de la cárcel dónde estaban detenidos.

Ella sintió placer al advertir que las  aves trémulas encontraban nido en aquellas tibias manos, jaulas al fin pero más  cálidas y cuyos barrotes acariciaban  dócilmente provocando un placer ilimitado.

Él hombre febrilmente la apretó contra la pared del vestíbulo,  y con una de las manos trepó por sus muslos mientras sus pantys gemían al paso de sus dedos deslizándose firmemente hacía su zona prohibida.

La joven apretó sus piernas como cerrándole el paso pero con facilidad interpuso su rodilla entre sus muslos abriéndose paso, a estas alturas  ella gemía colgando de su boca y él conquistaba cada uno de sus territorios más sensibles, su lengua era anzuelo en la boca abierta y juguetona de Claudia mientas una de sus manos apretaba suavemente uno de aquellos pájaros  dispuestos a cambiar de celda y con la otra trataba de bajar las panty ya húmedas de la muchacha. Ella con una mano colgaba de su cuello y la otra transitaba por su pecho velludo y agitado.

Con total destreza logró bajar las panty y la minúscula tanguita, sus dedos hurgaron lentamente por el canal mojado que se abría al paso del movimiento de aquellos estrategas que invadían sigilosos toda la zona embriagados de la dulce humedad que aquella fuente vertía.

El calor de los cuerpos y el pulso de sus arterias los impulsaban a seguir investigándose y reconocerse, jadeantes y fusionados uno al otro ya sus cuerpos sudorosos pedían más, ella con  torpeza bajó el Zip del pantalón  y dejó en libertad  el falo erecto del muchacho que sentía a punto de explotar, las luces de la casa permanecían apagadas, por el vitro del porche apenas atravesaban los intermitentes haces de luz de neón del inmenso cartel luminoso del negocio de artículos del hogar de la vereda de enfrente.

La habilidad de Alberto había logrado que su sexo encontrara el lugar perfecto donde hallar el placer buscado, la tomó por la cintura y la subió a la altura adecuada donde poder penetrarla en el inoportuno momento  en que el padre de Claudia encendió la luz de la sala de estar y desde allí gritó:

-Claudia te dije diez minutos no esperarás que vaya a buscarte no?

-no…no papá ya entro, Alberto ya se va.

 

ANGELA GRIGERA MORENO

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