Atedita

Vayamos por un café

El cielo lloraba y susurraba gélido
sus ojos penetrantes brillaban como fuego;
su boca suave y carnosa,
dibujaba una sonrisa tímida y perversa.

Su mano jugaba impaciente con mis dedos
mientras hablaba de la belleza de mis manos;
mi café en cada sorbo gritaba impaciente,
lo que los latidos de mi corazón reclaman.

Sus labios musitaban en tono suplicante
palabras de cariño repletas de ilusión;
mi mente electrizante evocaba pasión
y mi corazón destilaba dulzura.

Mi boca le ofrecía besos de fuego
que hacían que sus labios temblaran de emoción;
sus manos temerosas recorrían mis caderas,
mientras su cuerpo transmutaba efervescencia.

La luna se asomó entre las nubes curiosa,
y se sintió intimidada al escuchar
jadeos repetidos de gozo delirante;
ardores encendidos en brasas de pasión.

Mi cuerpo fue acobijado por su abrazo enamorado
y su porte de potro cabalgando fuertemente;
me encontré perdida en el furor de su éxtasis,
noche inolvidable de ritmo desbocado.

Gemidos liberados armonizaban el silencio,
olvidando el tiempo que corre descarado
en busca de las luces del nuevo amanecer;
nos encontramos nuévamente, para disfrutar un café.