Rafael Escobar

\"MI TEMPLO DEL AMOR\"

 

Envuelto por los rayos de la luna,

su cuerpo descansaba sobre el prado;

lo mismo que un clavel inmaculado

que adorna con su gracia la laguna.

 

Viajaba su mirada de aceituna,

inquieta, por un cielo platinado;

llevando su rielar acompasado

con esa suavidad que el alma acuna.

 

La noche, con hermosas pinceladas,

servía como templo de Himeneo;

cubriendo con sus luces argentadas

 

el tierno susurrar de su jadeo;

del cual se desprendían marejadas 

del fuego pasional del gran deseo.

 

Autor: Aníbal Rodríguez.