Pablo R.

BAJO UN VIEJO FAROL

 

Bajo un viejo farol
de luz mortecina
que parecía,
en cualquier momento
dejar de brillar,
fue que la besé por primera vez,
un beso tímido,
casi casto,
que esperé tantos años
para poderlo dar.
Era una noche
con un cielo velado de gris,
un recuerdo tibio,
para un gélido mayo
de calles vacías
y árboles desnudos.

Bajo un viejo farol
de luz mortecina,
fue que probé el veneno de sus labios,
vino dulce a mi boca,
embriaguez, para los sentidos,
hiel para el alma
que bebe el olvido,
néctar de dioses,
ambosía del olimpo,
miel para el cuerpo,
el infierno a la líbido.

Bajo un viejo farol
de luz mortecina,
le di mi primer beso
a la que yo quería
y han pasado mil lunas
desde aquél día
y no he vuelto a verla
por las calles derdidas
y el gélido mayo
se hizo eterno en mis días.

Como fue que la hallé,
decirlo, no sabría;
ni a dónde iba,
ni de dónde venía.
No le pregunté su nombre,
tampoco dónde vivía,
no hacía falta,
desde mucho tiempo,
en silencio, la quería
y le di tan solo un beso
bajo un viejo farol
de luz mortecina.


-. PaR
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2810202