Edel Vicente González Pérez

El amor en la tercera edad

Porque estoy llegando a los setenta,

¿debo quedarme tranquilo en casa?

En su prisa los hijos no se dan cuenta

que la ilusión nunca muere, se rebasa.

 

Quedan atrás los años vividos

la experiencia, venturas y errores,

de desdichas y placeres no conocidos,

de ignorancia a las reglas y sus horrores.

 

No, no me rindo a la soledad,

busco con quien compartir mi vida

y juntos descubrir a nuestra edad,

lo bueno y bonito que el amor anida.

 

El amor es increíble a cualquier edad,

pero cuando ya pasamos los sesenta;

la experiencia, la sensatez, la seriedad,

maduran; la sabiduría se acrecienta.

 

Ya conoces cuáles son tus fronteras;

Y a tu pareja mejor vas a aceptar,

sabes lo que buscas, lo que de ella esperas

y que sus defectos no los vas a cambiar.

 

La vida en pareja, más allá de un combate

hecho de victorias y fracasos,

como un baile armónico se debate

entre dos personas firmes en sus lazos.

 

Disfrutan de un amor inteligente,

no por ello menos apasionado

que la entrega loca del adolescente,

sólo que maduro, tierno, sosegado.

 

Sonrojados cuando en la calle los miran,

en el abrazo que no pueden evitar,

sin advertir en el respeto que inspiran;

un abrazo y un beso, devenidos en altar.