juanestrada

Lo que sobrevive al final de la tarde

Yo,

que no soy valiente,

le he arrebatado a la muerte

y al Diazepán

un amor perfumado

a mandarina.

 

Yo,

que no soy valiente,

he resucitado

en estas calles estrechas

y de altas casonas;

he vuelto a la vida

repitiendo un verso

que invoca un nombre,

un beso y

un rostro desconocido

que se anuncia al otro

lado del tiempo;

al final de los años,

donde todo se borra

junto a las tapias

y los secretos zaguanes.