Fátima Aranda

Vere dies mortuus est

 

Muere en ti el día desnudo de prisas,

dietarios y horapuntas.

Muere en ti, exhausto, rendido,

atestiguando el suicidio de las horas

que trastabillean por aceras

y avenidas de semáforos

que miran ausentes a los transeúntes

vigilantes de su lapso infinito de guiño

cambiante. En ti termina,

rodeado de gente que pasa,

que observa y se aleja

mientras su mirada estática

se pierde vacía entre ríos de humo

y calles, aguardando impaciente

que muera su día bajo el cobijo

de otra gente que le espera.

Muere en ti otro martes, otro octubre,

otro otoño rayando de verde

el firme aval del horizonte

de tu oquedad perpetua,

sudario que envuelve

y alberga silente el tránsito

postrero de mi tiempo.

Expira cada tarde, confiando

en la resurrección de su carne,

en el verbo grave de tu voz

cuando pronuncias, enardecido,

tres veces su legítimo nombre.

Luz De Gas