Edel Vicente González Pérez

Doña Angustia

 

Peligrosa señora es Doña Angustia

trota a lomos de lúgubre corcel;

y galopa rauda, insensible, cruel,

con lánguido rostro y sonrisa mustia.

 

Inquilina obligada del alma abandonada,

se regocija en la pena del amor perdido

como si todo en la vida perdiera sentido

y la felicidad vivida fuera truncada.

 

El amor se aleja, cual ave migratoria

busca otras fuentes de nutrición y riqueza

para dejar tras sí la escarpada pobreza

de aquella relación con penas y sin gloria.

 

21 de marzo de 2008