Julio Noel

Una noche sombría y borrascosa

Una noche sombría y borrascosa,

entre el ruido hiriente de los cristales,

el ulular del viento me decía

con agrias lágrimas y flébiles ayes:

«Oh ven, ven a viajar en el tiempo

a ignotas regiones inmemoriales,

a exóticas y brillantes estrellas

que jamás han hollado pies mortales.

Deja las vanidades de este mundo

y el apego a los bienes terrenales,

vuela por el océano de las nubes

a través de las auroras boreales.

Olvida los placeres de esta vida

y el engaño de sus suntuosidades,

y elévate a las regiones etéreas

donde viven los seres celestiales.

Aléjate de las ciénagas inmundas,

de los miasmas tóxicos e irrespirables,

y por la luz de los espacios vuela

a la búsqueda de eternos rosales.

Recorre el universo infinito

en las alas de un corcel indomable,

que te traslade a las mieles del cielo

muy lejos de este mundo miserable».

Al alba cesó el ulular del viento,

se apagó el chirrido de los cristales

y en los brazos de la rosada aurora

regresé al planeta de los mortales.