Pablo R.

DEUDA

 

Tú me debes,
vaya si me debes,
todas esas noches de insomnio
y las eternas madrugadas
que parecían retener
el tenue albor,
la tenue pincelada
de un muevo día.

Me debes las horas
de café amargo y frío
con varios ceniceros llenos
y mi mirada contra el vidrio
perdida en el vacío,
de abril y de invierno,
de hastío y frío.

Me debes mil poemas,
cosas tontas
que yo escribo,
me debes un mensaje,
una llamada,
algún vestigio,
de lo que alguna vez dijiste
estando juntos,
con un suspiro.

Tú me debes tantas cosas,
por mi entrega,
por mi delirio,
por haberte dado tanto,
pongo a Dios
como testigo,
que no deseo
cobrarte nada,
solo aquello,
que soñé contigo.


-. PaR
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18102020