Edel Vicente González Pérez

¡Aún tengo a mi madre!

 

Veo esa pequeña espalda encorvada

de hombros caídos al peso de un haz

de noventa y cuatro años, incapaz

e inerte, con la brújula averiada.

 

Tortuoso le han diseñado el trayecto

al azar, los últimos cuatro lustros,

alejada de apreciados gustos

y enajenada del sublime afecto.

 

Así tengo a mi madre todavía,

y en la peor angustia de mi amor

ante la clemencia divina apelo;

 

Y al verla tan enferma, en mi dolor

milagros al cielo arrebataría

cuando todo está perdido en el suelo.

 

21 de agosto de 2014