Lore Cruz

OLVIDO DE DOS

Jugamos al olvido
y el beso no pronunciado
fue la procesión banal
del amor que se va y no se reinventa.

Jugamos a ser Dios en la homilía
de nuestras tristezas,
más no tuvimos el rostro de su amor
en nuestras tercas almas.

Se escucha la soledad del huérfano
en nuestras bocas,
se escucha el desdén de la lluvia
entre nuestros cuerpos.

Jugamos a la indiferencia en cada alborada,
he hicimos de la hecatombe del destierro
un pájaro sin canto en nuestras ventanas.

¡Jugamos a olvidarnos!

Y el olvido se posó en nuestros ojos,
hizo hogar en nuestra carne,
y hoy es la sal de nuestros recuerdos.

 

Lore Cruz
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