ALVARO J. MARQUEZ

NO CAMBIÉ...

“Lo del día y la noche el amor parece/ y entre ir y venir el olvido se da,/ aunque ni el día sabe por qué amanece/ ni la noche por qué se va”.

 

Yo era y te consta, poeta, enamorado, soñador,

con el corazón en cada letra ansioso vibrando;

creía – inocente o no – en la esencia del amor

y soñaba y me encantaba vivir así… soñando.

 

Siempre estaba presto para inventar una locura,

con mi demencia tan ligada a mis sentimientos;

dispuesto desde mi alma a crearme una aventura

tratando de adivinar el lenguaje de los vientos.

 

Pensaba en la magia que puede tener un abrazo,

en la grandeza de un beso que se da o se recibe.

Me gustaba caminar y reflexionar con cada paso

y mirar al cielo, porque ahí también se escribe.

 

Cerraba mis ojos para así imaginar e imaginaba

y los abría y seguía como si nada, imaginando…

No tenía límite, si me disponía a volar ¡volaba!

y escribía muchos poemas mientras iba volando.

 

Pasados los años claro, envejecí, mas no cambié,

soy un poeta que sueña, que siente, se enamora,

y el corazón aún vibra y las razones bien las sé...

late si el poeta ríe y sabe llorar si el poeta llora.

 

En el amor sigo creyendo, es muy firme mi fe

y sueño… siempre sueño, dormido o despierto;

aferrado a mi sentir, a lo poco o mucho que amé,

y dejo en mis versos del alma el corazón abierto.

 

No siempre descifro lo que los vientos murmuran,

pero en mis letras trato siempre de interpretarlos;

aún hay quienes a llamarme demente se aventuran

y ya yo hablé de mis locuras, no puedo culparlos.

 

Un abrazo muy sentido aún puede emocionarme

y un beso logra de inmediato erizarme la piel…

No sólo las palabras bonitas pueden endulzarme

y sabemos que lo único que endulza no es la miel.

 

No cambié, aún miro al cielo de vez en cuando,

a ojos abiertos o cerrados, eso poco me importa;

imagino en ocasiones que Dios me está mirando

y a veces me pregunto por qué Él me soporta.

 

Soy el humano, sensible a la paz, al sobresalto,

al que una flor hermosa o marchita lo distrae…

No cambié… envejecí pero sigo volando alto

y soy el poeta que despliega sus alas y no se cae.

 

Original de Álvaro Márquez

Caracas, Venezuela

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