YO CLAUDIO

LA NIÑA FEDERICA.

 

A la salida del sol naciente,

sales al campo descalza,

no sintiendo el dolor de tus pies,

ni el llanto de tu niño, que llevas en la panza.

¡Federica!, grita el padre Clemente.

Por que tan seria y no ríes,

de vuelta a casa no te olvides de los míes.

Cantando llega asta el río.

Sin darse cuenta que esta sintiendo frío.

Los peces le saludan con alegría,

dando ella un poco de simpatía.

Por sus mejillas caen sus lágrimas,

en ella su gran porfía,

en su voz, palabras que son rimas.