Nuria de espinosa

A veces...

A veces recorrí caminos lejanos 

en un castillo de cristal.  

que el espejismo de los años

se llevó como un vendaval. 

 

La tortura de mi condena 

la oculté sobre palabras calladas. 

Llegaba la noche y tras ella

un nuevo amanecer. 

 

La poesía daba paso a nuevas letras

y pesares; coji una pluma y un papel, 

mi fantasía florecia entre piedras

de algodón que adornaban el sol. 

 

Los susurros se entrelazaban en

la larga cadena del eslabón 

sombrío que sale del corazón 

escuchando del cielo su convicción. 

 

Efímera es la vida, la catarsis cruel

el cobrizo del crepúsculo despierta 

al anochecer, de la luna febril

que en el ocaso reposa cansada. 

 

Duendes, hadas, elfos y luces

se abren paso en las noches

que en el alma precede al alba

como ha una niña ya envejecida. 

 

Las arrugas de mi rostro son verdes

las del corazón perecen en mi voz 

silenciada por las lágrimas donde

alcanzan las nubes grises. 

 

Un manto de estrellas recorre 

el universo en un infinito dolor

qué perverso destapa el árbol 

qué solitario te lleva a madurar.