Miro tu foto, 
aquella que ayer,
guardaba como un tesoro 
y hoy; 
no es más 
que el testigo mudo y muerto, 
en blanco y negro, 
de todo aquello que no fuimos.
Y mientras naufrago 
en este barco a la deriva 
que es la soledad 
de este cuarto menguante, 
me pregunto para quien son mis versos, 
octosílabos infames 
de noches insomnes 
y madrugadas silentes.
Y le escribo a unos ojos 
que no dejan de ser los tuyos, 
a otras bocas que es solo la tuya 
y mi soneto 
no le canta a otro amor, 
si no a aquél, 
al que estoy eternamente atado 
en esta suerte de cara y cruz 
que quiso el destino
del que intento escapar sin poder. 
Y en la trágica comedia de la vida, 
arquetipo de telenovela sin final feliz, 
revivo el guión 
de aquella escena soñada, 
que nunca verá la luz 
y jamás se habrá de estrenar. 
-. PaR 
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29092020