Murialdo Chicaiza

AZTRA

Les  hundieron el alma desnuda

con el pesado plomo militar.

La sangre que brotó de sus pechos

¡fue como de grana un mar!

 

Fabricaban azúcar con sus manos

cantaban a la justicia sus bocas

y por más reclamos que hicieron

¡no hubo mejor pan sino moscas!

 

Mas la sufrida voz del obrero

nunca los tiranos podrán acallar

¿se podrá, acaso, al viento

su paso raudo y firme parar?