Alexandra Quintanilla

Dios

El mundo en en estos momentos no existe, más en lo que cabe la mitad de la luna y dos estrellas.
En este momento el tiempo se detiene, hasta no verlo atrapar una de ellas.
Y todo, extraordinariamente todo, se confabula para verle en el resintió besar las primaveras.
Besar, el final de un tenue holocausto; las puntas de los pétalos dansones y panzones que se derriten ante el tacto humano. Besar los colibríes que se pintan verdeson. Besar el piso fértil de la tierra en el goce de los pastos que las vacas en los grandes campos devoran sin piedad. Besar galaxias, besar mi vida, besar la esencia más hermosa, besar el cielo azul o acaso algo que se resuma en cualquier cosa su gloria y honra.
Es usted el edén, el babilonia en pleno apoje, el tiempo, el espacio, el árche de mi cielo, luna y estrella. El mundo universal.
La galaxia más grandiosa se detendría en el inmortal número que no descifran los humanos con su solo chisqueo, magia y don.
Es usted, la vida mía de mi universo, flor y fauna, es la voz, el sonido, el moviento de los nidos que se pierden entre bosques, aire o viento que los arranca de los árboles.
Es furia, es llanto, amor, paz y encanto.
Es todo corazón que llora ante la muerte, es el tacto que surge entre enamorados. El suplicio de los traicionados. Las manos ajadas de los campesinos mientras el sol se enreda en las hojas de su siembra. Las pequeñas huellitas de los niños fantasmas quienes mendigan a sus tétricos gobiernos un bocadito de pan junto a un vasito de agua.
Es el trabajo del negro hermano, y no su contrario, la haraganería y mentira del hombre blanco y la desigualdad del político bravo, y si la verdad del obrero, campesino u operario.
Es los párpados de los ojos que la luna y el sol forman en la agónica y cansada tierra.
Los grandes lazos humanos que se resumen en los abrazos de todos los que en paz y gloria se sumergen en una danza de amor y recíproca esperanza.
Es usted, todo quizá, y quizá con la nada amarrada a un todo.
Es mi boca, mi aire, mi faz. Es la descripción del conjunto que se oculta en los poros de mi piel.
Es mi vara, mi aspiracion, mi ofuscación.
Es la vida mía, la valentía viva del mundo de su paz disfrazada de su guerra.
Es el desierto, el mar, la laguna, la selva petenera que no encuentra al quetzal. Es mi vida, mi muerte, mi principio y final.
Es lo que necesito que exista, lo que no puedo observar.
Es tal vez lo que el hombre busca y confunde entre engaños, distorsiones u drogas.
¿Está acaso tan a distancia de nuestro propio concepto?
Es mi amor perdido, el amor faltante de mis padres; el cigarro que el mundo apaga cuando se acuerda de su presencia.
Es lo que dudo si hace parte también la otra contraparte. Es lo que quiero que tenga boca, voz y respuesta.
Es por ello mi lágrima, mi duda, mi inquietud.
Es la duda que guardo de si hace parte de usted también lo malo. Y si es así, todo, entonces también, es tanto mi ganancia y mi derrota. Mi ojo perdido, mi tiempo acotado, mi bala enlatada, mi adiós ante la guerra, mis plagas consumiéndome, y sobre la pregunta de todo lo que es o podrías ser. ¿Qué soy yo ante usted?