romulo gerardo

Cuando se pierde un escrito

De entre todas las jugarretas infantiles de la tierna vida, está esa una que estruja y conmueve los simientos rigidos del sentir adulto; la pérdida.

Perdídose han fieles acompañantes aterciopelados de cuatro patas, así mismo preciados souvenirs de mudanza en mudanza. 

Perdídose han placeres y deseos y deseos de placeres.

Habemos quiénes por capricho de la tierna vida o del truculento azar, que se yo, amado hemos el beso tibio antes del amanecer y perdido la boca amada al despuntar el ocaso. 

Habemos quiénes por desquicio del traidor cuerpo perdido hemos el respirar tenue de amados hermanos.

Empero hoy mis lejanos camaradas, la pérdida es honda y oscura, he perdido mil palabras, quizá menos, quizá un poco más,  he perdido breves fragmentos de mi tierna vida, he perdido los versos que edifican mis relatos.