¡Basta! Deja ya de angustiar mi silencio, dame un descanso de
tus frases aprendidas, odio ver tu lengua negra y ver mi rostro
en esa sombra, un mar de dolor y culpas brota de mi pecho y
me desgarra en las lunas llenas, me siento un niño en la
tormenta, asustado de los rayos, pero deseando que uno
venga a empañarme los ojos.
Hazte a un lado y déjame resumir mi sendero, no me esperes
más adelante agazapado tras la hierba, muere de hambre,
tus consejos son veneno y tus promesas son mentiras,
la cuerda que me tendiste era una víbora.
Has usado mi miedo para controlarme y dañar, a ella que solo
quería ayudarme, a ellos que solo se preocupaban, a mi vieja
que solo me amaba, me hiciste darme asco.
No te debo nada, no debo pagarte alquiler, me cansé de ser
el proletario que trabaja once horas diarias para que vos te
enriquezcas, de ser el esclavo calentándote el baño, de
dejarte ser un carroñero de mi propia carne.
¡Huye con el rabo entre las piernas, herido, infecto, no te
necesito, no te quiero aquí, basta!
Y si algún día tropiezo y caigo, no huelas mi sangre, no vengas
sonriendo, no te quiero aquí, no lo hagas más difícil, llevo
tantos años mal acompañado, basta, por favor, basta.