Eric Vega

De La Luz Son Tus Ojos

 

 

En poco tiempo amaneció sin que te dieras cuenta,

las aves están cantando, defendiendo lo suyo,

los mártires siguen mejorando al mundo.

 

Estamos en una ciudad con luces enceguecedoras,

las que nos despeinan siempre que soñamos

cuando soñamos con tormentas más abrumadoras.

 

Estamos viviendo en el mañana

del que fue ayer una pesadilla

para el placer de tu sonrisa,

para el apego a los abrazos.

 

Estamos en la cima de los bellos días,

de las inefables noches estrelladas,

tan arriba que nos deslumbra el propio brillo de las nubes,

mismas que reflejan como espejos nuestro haz de tragedias,

aquí en el imperio en el que regimos

donde lloramos dulces y bailamos con los árboles.

 

Y es que hay que mirar,

aún los cañones no se rompen con algodón de azúcar,

aún las noticias no hablan de chocolate al lloviznar,

y aún el Sol apaga los girasoles sin lugar.

 

Pero en chantajes puede caer tu escritor,

puede escribir acerca de la suerte

y de la fortuna que ganará su triste actor,

así como por magia del arte.

 

Puedes otorgarle tu mente,

y armar rompecabezas imposibles para tu antier;

tus pies,

y matar a ojos que nunca se atreverían como tú a correr;

tus manos,

y escalar el más alto rascacielos que puedas ver.

 

Cambiar de corazón lento,

esperar a que el amor locos nos vuelva,

sentir los melifluos que las voces provocan

hasta la composición de nuestras venas,

apreciar cada arrebol que aún nos queda

por pagar a la misma vida

y al lejano lecho de flores blancas.

 

Lentamente las buenas tardes desearnos,

lentamente al anochecer besarnos,

lentamente cantar al son del celeste al que observamos.

 

No hay nadie a quién señalar,

no hay nadie que pueda al tren en movimiento detener,

sólo están los ángeles que tu Dios para nosotros envió

y que mi mariposa desde otro lado del globo previó,

sólo tú y yo y la lluvia en la ciudad que se nos prometió.