Ellie Woonlon

Poema de la nostalgia de un adiós

Mi niña llorona,

entonas la canción de día;

tranquila llega la noche,

a tus rubores de melancolía.

 

Mi niña de matices tristes,

grisácea de porfías;

sombrío aire respira tu tabique,

que trasluces como cristalizada,

-entre suspiros- a alguien extinguirse.

 

Mi niña bien vestida de lana,

manta de polillas irse en vuelo;

ovejero soy que ladra sin rebaño,

clamando un avecilla para tus ramas.

 

Mi niña de cuentos de fábula,

fogata incendiaria de bosques;

acampa aquí esta noche,

acampa aquí hasta la mañana.

 

Ay, mi niña celeste,

de pestañas blancas,

y aromas campestres.

Ay, mi niña venerada,

ojalá tú existieras;

ojalá tú amaras.

 

Ay, mi niña estatua,

muda y fría piedra;

¡ojalá tú amaras!,

ojalá el vivir te quisiera.

 

Ay, mi niña soñada;

ojalá tú no fueras,

ojalá tú amaras;

ay, mi niña de lágrimas,

ojalá no fueras quien se muere.

 

Ay, mi niña ártica;

ojalá fueras providente,

y el sol te quemara;

ojalá tú revivas,

ojalá tú amaras.