Luis Rayo

Y si después de estos beso

 

Besa el suelo, hijo,

es tierra sagrada

llena de virtudes

que hospeda en esencia

a las experiencias.

 

Besa el aire, hijo,

que es viento santo

lleno de esperanza

que invitan en ráfagas

a las alabanzas.

 

Besa el cielo, hijo,

que es bendición

divina donde mora

el alma como paloma

de plumaje blanco.

 

Besa el fuego, hijo,

porque tu obediencia

es la espada de la fe

que vibra con la lira.

 

Y si después de estos besos

no llegaras alcanzar el paraíso,

no busques truenos

que se estremezcan,

ni reproches que te envilezcan,

tus acciones fueron

como coronas y laureles  

para alcanzar la gloria.