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A veces digo

Muchos son los hijos, las hijas las portadoras de vida. Hay angustia y desesperación, en el día y la noche de soledad, donde al verme me veo solo y pienso no dejarlo de estar. En la cuarentena hay dos que salen y disfrutan sin parar, otros arriesgan y se conglomeran dejando de pensar por querer tener un minuto aun que sea de contacto con alguien más. no hay discusión, no hay pedazos de papel que no hablen del amor, aunque no entiendas en principio la historia, ese papel cuenta una historia de terror. De dolor de sufrimiento en vida, donde se arranca, se corta, se hizo pedazos a toda una generación. Por eso no solo pensemos en nosotros y en la soledad. Hay que ver el panorama más grande hay que ser real. Buscar la paz, la redención. Todo encierro se acaba es solo cuestión; pero que será de nosotros una vez se acaba el terror. Tenemos otros genéros donde se oculta más de una ficción. Más de un drama de dolor, más de una alegría oculta en una sonrisa que nace de los cielos cuando miras al sol. Cuando puedes elegir ser feliz, no hay quien te detenga. Y así pueden insistir. Te van a perseguir, van a tratar de acabarte y de ponerte en principio unas cláusulas para tu nuevo vivir. Luego cuando no quieran aceptar que han perdido el control sobre ti, tendrás que mirar atrás. Y te darás cuenta que solo unos pocos han sabido escuchar, Solo unos pocos te han querido de verdad. Pero no necesitas muchos para lograr encender la luz de la verdad, o el porro que te haga feliz cuando sueñas y compartes un poco de ti. Relájate, cógela suave, aún hay mucho que no sabes. Pero no por eso o menos se tiene nunca miedo a lo nuevo, más todo lo contrario, 

dejar entrar.

Es también aprender 

de nuevo amar.

 

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