Fátima Aranda

Cenizas

Vas y vienes,

y te vas, en el silencio que dejas,

entre medias, enciendo la luz de espera

del que espera 

anhelando a quien no vuelve, 

pero aguarda. 

La he pintado del verde dulzón

de la esperanza,

aunque no me queda claro si con tino,

la he buscado y no aparece, 

y siendo la última de mis pertenencias,

creo que, por esa regla,

debe hacer ya

que me perdí a mí también en tu añoranza.

Me tocará esperarte entonces

abrazada al desespero.

Ese que, en contrapartida,

cuando la estela de tu olor deja mi cama,

es el primero que amanece compasivo 

y me inunda con su sombra la almohada.

Cubriré de un blanco velo ceniciento

el cajón de tu recuerdo en esta casa,

y llenaré el silencio que dejas,

entre medias, con el repiquetear 

de la lluvia en la mañana.

Me sentaré con la taza del café amargo

de memoria a olvidarte en el alféizar

de olvidar de mi ventana.

Otro día, si es que vuelves, cuando vuelvas,

y otro día, si te cansas, que te vayas, 

el silencio estará lleno de aguaceros,

de su olor y de su danza apaciguada,

y no sé si desespero pero espero,

que del verde petricor de otra esperanza.

Luz De Gas