Almohade

A mi madre

Fué un noviembre de lluvias  finas

cuando tú pariste dándome la vida

en la mejor tarde de tus alegrías

llegó mi llanto siguiendo tu camino

y tu voz perenne tatuó mi ser.

Ahora un vínculo imborrable

marca los días que le siguen

y vive intacto sobre mi piel

el amor de madre que aún pervive

en cada amanecer de mis recuerdos.

Desde que tú me entregaste

al balcón de mi vida nada cambió

y ahora una ausencia pasajera

anda buscando  esa mirada tuya

que aún sigue en mi alma viva.

Hoy te ofrezco un pedacito

de lo que aún queda de mi

que sé que te sabe a mucho

porque fuiste tú quien me parió.