Zoraya M. Rodríguez

**~Novela Corta: Deseo + Tentación = Pecado: Parte II~**

Si Esteban era un caballero en toda la extensión de la palabra. Era esbelto, guapo, y con un lunar sobre la sien derecha que lo hacía más sexy, corpulento y por demás, un hombre con una pasión llena de una virtud por amar a Francisca. Él, sabía dónde metía las narices, pues, en la vida hay que saber amar para no aferrarse a los errores. Y él, la amaba a Francisca, por tal cosa, él estaba haciendo un viaje en secreto para marcharse lejos con su esposa, o sea, un viaje de placer. Se marchaba lejos, porque en verdad yá le estaba haciendo daño tanto a ella, como a su esposa legítima. Cuando, de repente, se fue y embarcó hacia nuevos valimientos, dejando atrás pasados llenos de deseos y de tentaciones que fueron igual al pecado frío que cometió lujuriosamente él, Esteban. Y sigilosamente se fue y sin decir nada a nadie, ¿qué raro?. Y todo porque el esposo de Francisca era su mejor amigo. 

Se marchó lejos Esteban, estaba tan harto de la vil situación, porque lo que quería no lo podía obtener, pero, sucedió algo inesperado, que Francisca hacía un viaje también por las afueras de la ciudad para comprarle a un suplidor rosas para su bello jardín. Cuando, de repente, en el aeropuerto se encuentran las parejas, tanto Esteban con su esposa, y Francisca y su esposo. Y dado el hecho por el hecho, viajaron hacia nuevos rumbos, en el mismo avión y al mismo lugar. ¿Qué casualidad?, se dijo la esposa de Esteban. Si Francisca le guiña un ojo a Esteban, en señal de que estaba tan enamorada de él y él que la entiende. Francisca tan prudente, pero, esta vez, su imprudencia la delató, tan soberbia y tan recia, si en el avión estuvieron como tres horas de vuelo directo, hacia su destino. En el avión no se cruzan ni media palabra, sino que toman el vuelo bastante cómodos. Llegan a su destino, toman sus pertenencias o maletas y se disponen a salir del aeropuerto hacia el hotel. Y Francisca imprudentemente les pregunta, -“¡ay!, ¿dónde se hospedarán ustedes?”-, y la esposa de Esteban indiscreta, pero, ella no sabía nada, les dice que, -“en el Hotel Mayork”-, el que estaba más cerca del aeropuerto. Cuando ella Francisca le pide de favor a su esposo que se hospedarán también allí. 

Yá hospedados, la esposa de Esteban ésta contenta de tener con quién conversar durante su viaje de placer. Cuando en la piscina surge algo inesperado, y fue que Francisca vá con un traje de baño un poco más atrevido que otros. Esteban, que yá la conocía no tuvo el mayor asombro por Francisca. Cuando un hombre se le acerca y él, Esteban, tuvo unos celos tan insistentes como tan incontrolables. Cuando en el corazón sólo debió de sentir lo más fuerte de un sólo latido muy dentro de él. Francisca vá y toma como algunos suplidores como los mejores de ésa área en que sólo quería que fueran su suplidor de rosas y de semillas de rosas. Cuando en el albergue de su coraza fue que tomó prestado el coraje en el corazón. Si en la noche se electrizó la forma de ver el cielo de azul, cuando llegó el momento de la cena en el hotel. Cuando en el instante se dió como el haber ido lejos de ese hotel en creer en el amor a toda costa. Y en el albergue del sinónimo del amor se dió todo el cariño del momento a ciegas. Y Francisca vá y se sienta cerca de ella, de la esposa de Esteban, cuando la cena se identificó como la fuerza en espíritu cuando en el ocaso se dió todo el sol, cuando llegó esa noche. Y se fue por el rumbo sin dirección Francisca, cuando en el tiempo, sólo opacó el suave desdén de perseguir un sólo sueño. Si en el alma se dió una luz cuando amó a Esteban, y lo dijo y lo profesó esa noche, que lo amaría con tanta soberbia que le dejó en un sólo coraje en el corazón. Cuando en el alma, sólo en el alma, se debió de amar, pero, no así. Y todo porque el deseo y la lujuria de Francisca por Esteban la llevó a tomar medidas tan inseguras como el tiempo lleno de tormenta y de lluvia. Cuando en el tiempo, sólo en las horas en que pasaron juntos en la piscina, sólo se debió de creer en la mala suerte que le daba en el tiempo. Cuando en la noche se aseguró el deseo en amar a Esteban, y Francisca sólo quiso deberle a la lujuria y a la tentación en desear el mal cuando quiso hacer tentar a Esteban y hacerlo pecar. Cuando en el alma se dió en el confín de obtener un festín en el alma de oscuro dolor, cuando el dedo de Esteban le dolía por ser y estar mal herido por las rosas de altura del jardín de Francisca. Cuando su insistencia se debió de auto realizarse en la manera más autónoma en creer que el silencio se debió de creer que en el hotel se debiera a que en la noche en aquella cena en el hotel se miraran de reojo y que al dormir la esposa de Esteban y el esposo de Francisca, se encontraran en el “lobby” del hotel para amarse más y más. Cuando en la alborada se dió la ida como la herida más profunda de marcharse lejos de ese hotel, el cual, el viaje nunca se debió de realizarse. Cuando en la alborada se dió lo más exquisito del evento cuando en el deseo dió el más placentero de los placeres, cuando en la tentación se enfrió el mal y funestos de los instantes cuando en la manera de abrir los sesos se sintió de la peor forma. Y Esteban mal herido, con infortunio, dolor al acecho y con penumbras y sombras adheridas a la cruel herida sin soportar el buen deseo en ser el amante de la buena esposa Francisca y por ser el fiel y sin malas traiciones tan efímeras como perennes en la misma alma. Cuando en el suburbio de la vida, se dió una cosecha en el alma y tan fría como el haber sido como el abrir y cerrar de ojos abiertos que por amar se vió tentado en la fría tentación. Cuando en el alma cayó como el desierto torrencial de deseos cuando sólo se abrió el mal deseo y la mala vibración en creer en el amor infiel y más lleno de traición. Cuando en el albergue de un sólo tiempo, se dió la más preciada satisfacción en creer en el amor a ciegas. Cuando en el corazón se adelantó más y más, en saber que el silencio de amarrar el sentir hacia la mala tentación fue saber que el delirio de entregar el corazón se sintió más cuando Esteban la abandonó como infiel pareja y como el instinto en saber que fue y era el amante de entregar el corazón hacia la fría traición. Cuando en el ámbito se dió lo más pernicioso en creer en la mala suerte. Cuando en el corazón, se dió la más de las fuerzas terrestres, en saber que en el corazón se diera como el mal vivir. Cuando en la fuerza se daba como en el mismo interior de creer en la propia coraza del mismo coraje del corazón. Cuando en el presente enalteció la bondad de Esteban y la dureza y la soberbia de Francisca se petrificó más. Si el deseo más la fría tentación fue igual al pecado de haber cometido adulterio y más el noveno pecado del mandamiento. Cuando se fue el destino de creer en la fuerza y en la fortaleza de ver el cielo con nubes blancas deseando que el cielo fuera como el de tormenta cuando en el cielo se abasteció de una vil sustracción en el alma cuando se amó fugazmente entre amantes. Y el tiempo, ¡ay, del tiempo!, cuando hay mucha suerte como el haber sucumbido hacia la propia inexistencia. 

Y se enteró el esposo de Francisca de la vil tentación tan perenne como el haber sido, Esteban, el amante por más de una década de Francisca. Cuando se fue el deseo, y la más álgida tentación dejando igualmente a un pecado tan frío entre las manos y más entre el desastre de creer en la mala posibilidad en sobrevivir de las garras del dolor tan efímera del esposo de Francisca. 

 

Continuará……………………………………………………………………………………..