QUINSONNAS

Sacerdotisa (Soneto)

 

 


Tornada en ancestral sacerdotisa

me abduce tu poder a un sortilegio,

aquél que me concede el privilegio

de amarte hecha mi credo y mi premisa.

 

Ni Venus, Afrodita, ni Artemisa,

proclaman un oráculo más regio

y alzado en tu devoto, un sacrilegio,

resulta no admirarte la sonrisa.

 

Me instauras tu doctrina y tu frescura

brindándole a mi hombría un misticismo

con forma de mujer maravillosa.

 

Envuelves a mis rezos de ternura

y dentro de tu templo me ensimismo

al ver a una vestal nombrada diosa.