jorge enrique mantilla

A qué horas me volví viejo

A qué horas me volví viejo

 

No sé a que horas cruce la vida, las montañas y sus fronteras

Ni cómo, ni cuándo atravesé los pantanos y las cordilleras

Ya ni me acuerdo si surqué valles, llanuras y praderas

Si crucé ríos y aguas de mares, en embarcaciones frágiles me perdiera

Ni de mis versos y poesías, que una vez por allá no sé cuándo escribiera

Ni de las ocurrencias, que mi lánguida mente entendiera

O de aquellos amores de sus mieles y placeres consiguiera

Ya ni me acuerdo, si estoy vivo o en fantasmas y miedos, me convirtiera

 

No sé a qué horas, se me hundieron los pies en las ardientes arenas

Ni a que horas me diste la pócima de amor, que a estas alturas me envenenas

Ya ni me acuerdo del guacamole, con el que embadurnaba las empanadas y las rellenas

De aquellas fiestas, de sus bailes que agotaban de sudores las faenas

Ni a qué horas llegaba la abeja, a procesar la miel en la colmena

Menos, acordarme de pandemias, que cercenaron mis libertades en cuarentenas

 

No sé a qué horas me inunde de pecas y canas, totalmente flácido y arrugado

Si paso desapercibido, solitario, ni en las sombras, ni por nadie recordado

Me siento viejo, cansado, los achaques son crueles y demasiados

Nadie me determina y mis gritos no tienen eco, ni son escuchados

Lo hermoso del ayer, los llevo en mi alma, los demás se han marchado

Los amigos se han esfumado y por nadie soy preguntado, ni extrañado

Los amores se secaron y hoy son emociones imaginados

Ya no hay lágrimas, ni llantos, todo ha concluido, sin haber comenzado

 

No sé a qué horas, los placeres se volvieron vanos sin chispas por encender

No sé a qué horas, me volví viejo y el cuerpo tiende a esconder

No sé a qué horas, mi corazón dejó de amar y de pretender satisfacer

No sé a qué horas el alcohol y las cervezas, se dejaron de beber y de enloquecer

No sé a qué horas, la mujer amada se marchó rauda con su valija al atardecer

No sé quién contará mis anécdotas, ni a quién estremecer

 

Ya me siento cansado, ojeroso, solitario y meditabundo

Gocé la vida de placeres, de amores, de mujeres con ardores y fervores profundos

Reconozco que estoy viejo, le doy gracias a Dios, de mis estertores de nauseabundos

Hermosa y placentera existencia y del más allá ya estoy muerto y moribundo

 

“Joreman” Jorge Enrique mantilla – Bucaramanga sep 04-2020