Mauro Enrique Lopez Z.

Ócaso de alegria..

Una tarde la estaba esperando,
llego el ocaso y otra vez fui engañado
pero me fui caminando a casa,
de pronto vi a una dama que quería
cruzar la calle y por temor no lo
hacía habia mucho tráfico, le dije
puedo ayudarla? sonrió deme su
mano sus ojos negros como brillaron
que bonito fue ese ocaso que
hablamos y disfrutamos de un
heladito, mas tarde la acompañe
a su casa y yo llegué a la mia,
que ahora a la que me engañó
ni la espero porque su falcedad paso
al pasado, porque hoy vivo un mundo
de alegría con quien nos conocimos
aquella tarde porque su dulzura
y cariño me tiene encantado...