Luis Adolfo Otero

Invaluable tesoro

Sin preocupaciones, empapados de inocencia,

los niños juegan en el asfalto con frecuencia;

corriendo sin fin y su alegría chorreando,

gritando sin avistar un ápice de cansancio.

 

¿Quién con décadas encima no quisiera regresar el tiempo?

¡Oh! ¡Cuánta esperanza tengo que al final de mi estadía terrenal

volviera a atravesar el arco de la luz!

Así como fui considerado para existir sin consentimiento,

quisiera que el ser supremo me considerara para vivir una segunda vida.

 

Correré, jugaré en la infinidad de las calles,

veré el sol caer y los pájaros anidando en las tardes.

Rasparía mis rodillas y seguramente no lloraría

por la emoción de las aventuras de cada día.

 

Si hay otra vida después de esta, seguramente,

el paraíso sería el vivir la niñez en abundancia,

donde no exista la maldita frustración permanente,

por haber perdido el invaluable tesoro de la infancia.

 

Luis Adolfo Otero