Me despierto en este dilema;
de soñarte sin fronteras.
De sentir tus dulces manos,
y sus roces lejanos.
De rodear tu pecho;
atraparte en un momento.
De volverme pájaro,
y volar sobre tu cuerpo.
De pasear sobre tu espalda,
inundada de deseo.
Y a tu piel dorada,
convertirla en viento.
De tenerte entre mis sábanas,
iluminando mi mirada;
y por un momento largo,
sentir que te tengo.
Eran tus ojos,
dos uvas verdes,
admirando mi rostro,
de manera diferente.
Eran tantas ganas,
de que fuera suficiente,
apenas una mañana,
de tenerte al frente.
Había en tus palabras,
una razón a éste sueño;
que me sale del alma,
pero esta incompleto.
Un motivo a este deseo,
de verte, solamente.
De que pises este suelo,
y tocarte suavemente.
Yo era una extraña
en el medio de la nada,
sintiendo tu cuerpo.
Tan verdadero.
Y tu eras una ilusión,
sin explicación.
Eras puro aire.
Eras nadie.