Tezla Abastida

Microrrelato Evanescente Nirvana

 

En el poniente más lejano se divisa un alma moribunda que vacila entre los vivos y los muertos, saboreando los colores del crepúsculo admirando su violeta exaltación.

Tan imperfecta, como cuasi elocuente demencia, un tanto incomprendida en su riqueza de aflicción, abrió en sus penas un camino a los terrenos escondidos del amor, se supo de ella que ocultaba un gran tesoro, donde alzó templos y castillos tan hermosos que el más ingenuo se perdía abrumado, confiando en las alhajas y decoros como único gozo. Cerró sus grietas anestesió la pasión y el dolor quitó los resquicios que le daban valor.

Así, los templos, las alhajas, los castillos y decoros que servían de distracción, los hizo escencia y se perdió.

Al otro extremo del cosmos, sobresale la mano de un hombre que sucumbe ante el auxilio universal, rogando libertad.

El ave que surca el firmamento, siendo testigo de este drama, llora por ellos y continúa su labor. La vida se ríe del hombre, del alma, de las sombras, del ave y la prórroga de los vivos por muertos que suplican redención. A todos les susurra sonriendo, que se mata al iluso por necio, o el vivo mata su ilusión.

 

Por: Tezla Abastida

Año 2017

Registrado en Safecreative