Humberto adasme

Incomoda quietud

Deja que se expanda mi locura
Que de mi cordura ya no queda nada
Latidos galopantes se entremezclan
Con una incomoda quietud que me ahoga
Como aquel que espera sin esperar nada
Y el tiempo solo transcurre en la inmensidad de la calma
Mientras la obsolescencia se ocupa
De minar mis anhelos
Me serviría un consuelo tan siquiera una
palabra
Pero como un necio me he expuesto
una vez más y me animo
a seguirme exponiendo, volviendome
Vulnerable
Y tu costumbre indomable de encajar
Tu certero puñal en la herida
no me ha dejado salida
Más que la inconsolable pena