Anton C. Faya

𝗛 𝗔 𝗕 𝗟 𝗔 𝗡 . . .

𝗛 𝗔 𝗕 𝗟 𝗔 𝗡 . . .

En donde estoy, donde estaré,
las palabras brotan como hijas prodigas
de tristeza germinada.

Lenguas bautizadas con verdad
hablan solemnes, diciendo lo que dicen
que le contaron los que quizás vieron.
Así, la razón, es un músculo hueco,
que se sincera en los crepúsculos
de su propia miseria
y lastima de muerte la decencia del yo.

¿Te imaginaste alguna vez ser tan perfecto?
¿Supiste alguna vez ser el culpable?
Juzgan livianitos austeras razones del otro,
y hacen de la suyas una víscera
de dicha envenenada que lanza
sus cuchillos manchados de saña .
El dedo acusador, de paladar oscuro,
que sin comprender, todo lo comprende,
señala siempre su culpa, como extranjera.
.
Solo se puede ser infeliz a la intemperie,
buscando iluso, sabiduría en el silencio...

Anton.