Eduh Siqueiros

Radiante aun entre la bruma

En la búsqueda de pretéritas inercias
remonté el vuelo hacia dimensiones arcanas,
mi alma embriagada con el misticismo de mis creencias
tomó su impulso fundada en revelaciones jactanciosas,
imágenes visionarias forjaban certezas
en mi mente de la existencia de un mundo alterno
en el que encajaría mi espíritu de amante inmortal,
y revestido de amor, sin nada más en la maleta
que el santo grial del delirio,
emprendí la travesía,
cual guerrero que lleva la luminiscencia
como armamento entre la espesura,
y en el pecho una cruz,
-cual templario conducido a tierras santas,
bajo el alumbramiento de su fe-,
así, tras atravesar reinos paganos hice el arribo,
al fin, luego de mi vuelo mis pies posé en la comarca
etérea y bendita, poblada de seres bajados del cielo:
almas puras, limpias y luminosas,
pero rodeadas de demonios de vileza tal;
empero, los seres de luz siempre plantan en los verdes abriles
líricas flores que en otras almas dejan sus simientes;
y te vi, mis avizores avezados al fulgor de lo divino
te distinguieron radiante aun entre esa bruma de laya infernal...
ay, te confieso que he descubierto un séquito de ángeles,
quienes me nutren de límpidas emanaciones,
cada ser es único, y así tú eres irrepetible...
y aunque efímero es mi recorrido
tras el arribo del ocaso,
y mi aura fugaz tras la muerte de cada flor
se revestirá en la inmortalidad del amor,
-sí, con el atavío del amor imperecedero-.