EVOLA.RL

EL AMOR GANĂ“ DE NUEVO

 

Era joven

con una jovial mirada

y sonrisa encantadora.

Era linda, delgada y distinguida

con una elegancia sin igual

por lo que al pasar

todos casi siempre giraban 

la cara para poderla mirar.

 

La hermosa joven solía ir

con frecuencia a un puerto

en un pueblo lejano

y adyacente a su casa

 llamado Puerto de Luna

a donde cada tarde ella

acudía a deleitarse

mirando los barcos que iban

y venían con turistas.

 

Así mismo, aprovechaba

para disfrutar los hermosos 

e inigualables atardeceres

en aquel lugar, que parecía 

un verdadero sueño.

En donde la complicidad

con el mar, el cielo

y la puesta del sol

hacían un paisajismo

realmente maravilloso

e increíble.

 

Admirada ante tanta belleza

cada día se inspiraba a

dibujar esos atardeceres

que allí veía y para ello

solo utilizaba acuarelas simples

y bellos que le quedaban.

Y así, a cada atardecer

le ponía un nombre diferente

con su fecha para no olvidar

ese día de su inspiración.

Luego los guardaba

con gran delicadeza.

 

Cierto día, mientras se deleitaba

mirando el bello atardecer,

 observó a una pequeña gaviota

la que al parecer estaba sola

y tenía un ala rota.

 Se había alejado de la bandada

de aves que allí volaban

en busca de peces para alimentarse.

La joven se acercó cautelosamente

 y la acarició con cariño, para consolarla

 al tiempo que la miró, con gran pena.

 

La tomó en sus brazos y la llevó

hasta un lugar mas protegido

para que no corriera peligro.

Tomó una hoja como gasa

y ató su ala herida

con un pedazo de hilo

extraído del ruedo de su vestido.

Le dio migas de pan

de uno que tenía guardado

para ella merendar y allí la dejó.

 

Ya en su casa, estaba preocupada

sin saber, si la avecilla

 viviría o moriría

en aquella noche tan fría

y lo mucho que llovía.

 

De tanto pensar

el sueño no podía conciliar

y fue allí, en ese instante

que nació en ella esa inspiración

haciéndola escribir

su primer poema

en esa libreta vieja

que guardaba debajo de las tejas

que había en su habitación.

 

Y fue allí, en donde su inspiración

floreció desde su alma

haciendo que sus dedos

comenzaran escribiendo

con esmero

de aquella indefensa gaviota

perdida a la orilla del mar

la misma que Itzel

trato de salvar.

 

Al terminar de escribir

se recostó en su cama

quedando profundamente

dormida hasta el otro día.

 

Y se despertó exaltada.

No quiso comer nada

y tan pronto como pudo

se vistió y salió deprisa

a horas tempranas

de la mañana.

Cosa rara en ella, porque

solía ir al Puerto de Luna

solo en horas la tarde.

Pero su preocupación era grande

y deseaba saber del pajarillo

porque allí podría estar en peligro.

 

Al llegar, ya no estaba.

y aunque no se encontraba

le dejó una hermosa y larga

pluma de su ala

y se fue curada.

 

Itzel, se sonrió

y la pluma

se la llevó muy feliz

la que guardó

con aquel poema que

de la pequeña gaviota

escribió.

 

Y le llamaban Itzel

a la joven que pintaba atardeceres

una niña de gran pureza

y la que comenzó a escribir

poemas por esa pequeña

gaviota perdida y herida

a la que ella salvo la vida.

 

Su nombre se lo puso

su abuela el que significaba

Lucero del Atardecer

y el que proviene

de la cultura maya.

Al parecer ella fue predestinada

desde que nació

para contemplar esos

hermosos atardeceres.

 

Desde ese día y en ese lugar

Itzel solo escribía y leía

poemas con hermosos versos

cada día

mientras que la gente allí

siempre concurrían

y de lejos solo la veían

porque su pluma escribía

y escribía

y cuando no lo hacia

en voz alta los leía.

 

Itzel iba casi todos los días

a ese lugar

el que quedaba

frente al mar

y escribía sentada

en los arrecifes

entonando sus versos

con la música preferida.

El sonido de las olas del mar

el que le ocasionaba una paz

y relajación inmensa

y así, nacían en ella

las más bellas inspiraciones.

 

A las personas que la seguían

Itzel las complacía con sus versos

para las parejas o acaso para

alguien, en un día especial.

En tanto ella encantada

así lo hacía.

 

Los días comenzaron

a fundirse unos con otros

y así también de rápido

pasaron los años.

 

Una tarde de esas en que iba

a ver los atardeceres

se dio cuenta que

en un abrir y cerrar de ojos

se había convertido

en toda una mujer.

Fue hasta ese momento

que lo notó frente al espejo.

Y tuvo la inquietud

de enamorarse de alguien

por primera vez.

 

Una tarde al Puerto de

Luna se presentó

un guapo caballero

quien se acercó al buzón

y allí depositó un sobre amarillo.

Ella se inquietó de inmediato

porque su corazón se aceleró

y al mirarlo de reojo

lo vio alejarse muy tranquilo.

 

Desde ese instante

Itzel trataba de concentrarse

y no lo conseguía.

 

Cerró sus ojos

para sentir una brisa suave

la que acariciaba su joven

y bello rostro.

Con gran sutileza

sus dedos florecían hermoso

versos de amor.

Los que escribía, para conquistar

al futuro amor de su vida

sin siquiera imaginar

cuando aparecería.

 

Se olvidó de todas las cartas

que ella pendiente tenia

para concentrarse, en hacerse

feliz a ella misma ese día 

y escribiendo todo aquello

qué en ese momento sentía.

 

Dedicaba esos versos

a un amor, el que, aunque

nadie lo sabía, era el que

Itzel esperaba encontrar

en ese pueblecito lejano

el que la vio nacer, crecer

y convertirse

en una mujer.

 

Esa tarde ella cargó su buzón

sin la ayuda de nadie

porque allí estaba la carta

del caballero, el que llamó

su atención y al hacerlo

ella sintió una punzada

en su corazón.

Quiso buscarla

y abrirla allí mismo

pero después se controló.

Tomó su buzón

 y de allí se marchó rapidamente.

 

A penas a una cuadra

por donde ella caminaba

vio de nuevo al caballero, quien

le sonrió de lejos

y eso la asustó

porque su corazón

de nuevo salto y se aceleró.

 

Las gaviotas volaron bajito

haciendo alboroto

como si presintieran

que allí nacería la flor del amor.

 

Todos se detenian a mirarla

y ella avergonzada

cubrió su cara

con una libreta

que en las manos llevaba,

mientras que el caballero la miraba

hasta que se alejaba por completo.

 

Tan pronto llegó a su casa

 se tranco en la habitación

y abrió el buzón con el temor

de que la carta fuera

una petición para cualquiera

otra musa que no fuera ella.

 

Husmeando todas las cartas

Itzel estaba segura

que la encontraría rápido.

Así fue, ya que la tenía en sus manos.

Era la única que tenía

un sobre amarillo

 

Tenía una bella letra

la que le impresionó

Y decía…

 

“Buenas tardes Srta. Itzel:

 Sé que es soltera, porque

me lo han comentado

y por eso me he atrevido

a escribirle estas líneas.

Discúlpeme el atrevimiento.

 

Yo quisiera saber

si no existe en su vida

un amor, porque le estaría

eternamente agradecido

que me diera una oportunidad

para conocerla personalmente

en una cita

de tan solo unos minutos.

 

Si está usted de acuerdo

devuélvame esta misma carta

con un Si y su número

de teléfono, para así llamarla.

Mis respetos para usted,

Leonardo”

 

No sabía qué hacer.

Ella quería un amor

y tan pronto apareció

un caballero sin esperarlo

tan rápido 

y a ella desde el principio

le gustó muso.

 

A nadie le quiso contar

lo que le sucedía

pero sola pensaba

si iba o no

a reunirse con Leonardo.

 

Finalmente, aceptó

y al llegar el día esperado

ambos se gustaron

y su conversación

duró más de lo acordado.

Luego de varios encuentros

ya estaban enamorados

y muy pronto formalizaron.

 

Itzet y él fueron muy felices

con su amor

y ella siguió como siempre

asistiendo al Puerto de Luna

a ver los bellos atardeceres

y a escribir sus versos.

 

Y de regresar a su casa

Itzel iba con Leonardo

su amado y agarrados

de la mano.

 

Y ambos siempre se veían

feliz y enamorado.

Por lo que un amor los dos

habían ganador.

 

 

 

EVOLA.RL

12/08/2020 RD