Ben-.

Y unas carcajadas-.

Es la dureza de la vida.

Como una serpiente, enroscada

a tu tobillo mortalmente, el aire

que inspiras y respiras, que exhalas,

ahora, te entusiasma: tan

audaz, tan penetrante, tan tenaz,

como un viejo resorte imantado.

Por el óxido, conoces la dureza

del objeto, de la mano que coció

el recipiente: es la huella de lo humano.

Son esas pendientes, esas cuestas irrenunciables,

las que te hicieron fuerte: verte en ocasiones,

cargado de frutas y vegetales, cuaja en tu frente

una gota tensa de sudor, y unas carcajadas de limón.

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