Eduh Siqueiros

Promesa de inmortalidad

Has accedido, está cumplido el presagio,
vaticinio del destino, ensamble perfecto,
dulzor arrebatador, fuerza imbatible,
potencia que imana, el licor bendito
que al fin saciará la sed, la de tu alma,
anhelos eternos de tu espera que culmina,
sin ayeres ni porvenires, eternidad,
inmensidad, eternidad, inmensidad,
vino sagrado, embebecimiento del espacio,
inducción del arrobamiento que rasga el orbe,
y unifica a las superficies marinas en sus anchuras,
tu inmensidad ente la gran inmensidad,
remontando la proyección hacia la perspectiva,
promesa de inmortalidad, de saciedad,
de altos niveles de plenitud revelados,
hacia donde los brazos son siempre atraídos,
cuatro brazos -ni dos más ni dos menos-,
liberación total del acoso de la melancolía,
allá donde el manto nocturno será diáfano,
donde lo temible de la tiniebla será el mejor escudo,
donde la oscuridad resplandecerá por siempre,
en perfecta armonía con tu apetencia,
avidez innata y bendita en la que resurge lo bueno
en una actualización desde las cenizas,
siempre en pos de la parte faltante del rompecabezas,
y se enjugarán las lágrimas disecadas
de promesas ilusorias y cansadas,
tus lágrimas, para que al fin puedas ser
inmensidad en la inmensidad, todo entre las nadas.